Allí te veo al otro lado, separados por tan solo carros y camiones que pasan mientras el semáforo se mantiene verde como el pasto. Tus ojos se cruzan con los mios, mis manos sudan y mis pies se preparan para salir corriendo y encontrarme con tus brazos.
El semáforo ya está en amarillo y mi corazón late más rápido que todos esos vehículos que esperan salvarse de aquel eterno semáforo.
¡uno, dos, tres! ¡veo el rojo! Me lanzo a la calle y corro a tus brazos, al fin puedo verte y decirte al oído que, ese interminable semáforo será lo más lejos que siempre estaremos.
-Lucy A.
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